11/5/12

Otro pequeño relato de Avryale, a ver qué os parece :D
(Por si quereis leer el anterior... click aquí)

 Abrió los ojos despacio. Una bruma gris envolvía su cuerpo desnudo, el lugar no tenía ni principio ni final. A su alrededor todo era de un gris que se transformaba en negro al final del todo. Una luz blanquecina llegaba desde arriba, desde algún lugar. La elfa miró a su alrededor. Sabía bien dónde se encontraba.

–No deberías abusar de mí. –Una voz, casi un susurro, hizo que se le erizase el vello de la nuca.
Aquella voz femenina, sensual, provenía de sus espaldas. Avryale se dio la vuelta despacio, observando a su anfitriona, cuyos fríos ojos azules se clavaban en ella. Se paseó dando vueltas a su alrededor, como un cuervo sobrevolando un cadáver, sus brazos doblados a la altura de su cintura, sosteniendo un velo gris, casi transparente. El cabello de la dama, de un gris más claro caía en una cascada lisa y suave por su espalda, hasta casi llegar a sus rodillas, y las faldas de su vestido, hecho jirones grises y negros arrastraban por el suelo abriéndose paso a través de la bruma.
–No lo hago a propósito y lo sabes. –Contestó la elfa.
–Cierto, pero deberías tener más cuidado. No eres prudente. –La dama se acercó más a ella.
–Lo intento. Pero a veces es complicado, las cosas se tuercen.
Hubo una pequeña pausa, donde la dama le dedicó a la elfa una mirada incrédula. Tras un lento pestañeo, bajó su vista a un lado de Avryale, a la altura de su cintura, observando la reciente aparición.
–Pues no vas mal acompañada. ¿No te defiende bien? –Preguntó, refiriéndose al espíritu que se encontraba al lado de la guerrera.
Translúcido, compuesto por un elemento más consistente que el humo, pero de un brillante azul, casi blanco, un puma que casi se fundía con la bruma del lugar movía su fantasmagórica cola, enroscandola en las piernas de su protegida.

–Ya te he dicho que a veces las cosas no salen como esperas.
–Sí, lo sé muy bien.
–¿Vas a ayudarme o no?
–Estás cumpliendo correctamente tu parte del trato, así que... sí.
Avryale trató de ocultar su alivio. Debía mantenerse firme ante ella.
La dama se acercó más aún. El espíritu gruñó un instante, al ver extender la mano de la mujer hacia el rostro de su dueña. Posó sus dedos sobre la frente, antes de hablar.
–Te va a quedar una buena marca. –La elfa no contestó. Le daban igual las cicatrices.– Vuelve a tu carne, guerrera del pueblo de los Segundos Hijos. Esquivas a la muerte por gracia de la Guía Gris.

* * *
La cicatriz le cruzaba la espalda desde el hombro derecho hasta la parte izquierda de la cintura. Tuvo que guardar reposo unas semanas, hasta que la herida se cerró y podía vestirse y cargar peso sin sufrir en exceso. Fue entonces cuando llegaron las órdenes desde Gilianne.  

1 hojas caídas:

Cristina Carneiro dijo...

Sí señor, así deben ser las elfas, y no tipo Arwen "ay, se me cae el libro de un suspiro y tiene que venir mi padre a recogerlo".

Ójala algún día pudiera tener un personaje con una historia tan compleja como Avry <3

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